martes, 15 de abril de 2008

Todos cagan pero... nadie se ocupa de los mojones

Si algo distingue al peruano, y es realmente triste decirlo, es lo cochino que es. Basta subirse a un microbus para darse cuenta que ni el jabón ni el desodorante se encuentran dentro de la canasta básica familiar.

El peruano suele oler a mierda, y es así porque basta verles sus abuelitas empolleradas hasta en verano, para darse cuenta que la higiene no ha sido ni es ni probablemente será un valor primordial en la inmensa mayoría de compatriotas.

Se han acostumbrado a lavar sus ropas a la vera del río, a botar sus desperdicios a la correntera fluvial, de suerte que la mayoría de ríos de la costa, a cuyos márgenes se asientan numerosas barriadas (eufemísticamente llamadas asentamientos humanos), están completamente colmatados.

Ahora bien, la gente sigue cocinando, meando, cagando, botando basura por doquier, y lógico es que esas porquerías tienen que ir a parar a alguna parte. Durante medio siglo los paganos han sido los habitantes de la costanera, léase San Miguel, que han tenido que soportar tanto desperdicio. Felizmente, las autoridades han tomado consciencia de la necesidad de reparar esta barbarie, y comenzado a buscar soluciones alternativas.

No funcionó con La Tablada, porque el drenaje es muy superficial y afectaría un huevo de gente. Se ha optado por ello por el colector de La Perla, que desagua en el mar a una mayor distancia de la costa y a mayor profundidad, y esto es lo más lógico, si bien siempre temporal.

Escribo estas líneas porque la taradaza que lidera los vecinos de La Perla dijo hoy en el noticiero del Canal 5 que por qué no tratan de desaguar hacia el Río Rímac o el Río Chillón... Que tal bestia esta india de mierda... Con ese tipo de vecinos, Don Verdades se pone feliz de que le caguen el ambiente, y ojalá que se muera ella y toditos los suyos en medio de los hedores que ahora va a tener que soportar. Jódete cojuda, porque imbésiles como tú merecen vivir entre la mierda...