Pese a quien le pese, el diario "Correo" no falta a la verdad cuando exhibe las fallas ortográficas de la congresista Hilaria Supa, y pone así en evidencia el paupérrimo nivel cultural de la parlamentaria nacionalista.
Se razgan las vestiduras sus colegas, diciendo que esto la difama. Pero ¿a quien le importa esto? ¿o acaso se falta a la verdad?
En lo personal no estoy de acuerdo con las calumnias, pero respecto a la difamación, me muestro escéptico a considerar que lo publicado caiga en tal definición, más aún tratándose de un personaje público, una congresista de la nación, y saliendo el escrito de marras de su propio puño y letra.
La raiz del problema estriba en haber desnaturalizado la labor parlamentaria, en verla única y exclusivamente como un medio de representación, más o menos proporcional, de nuestras distintas regiones geográficas. La función congresal tiene otros fines, y los principales están vinculados a la dación de leyes de repercusión nacional, para lo cual se requiere personas debidamente capacitadas en las más diversas áreas del conocimiento, lúcidas, alfabetas, cultas, que enaltezcan al parlamento que integran, y legislen con una amplia visión del Perú como nación.
En todo caso, resérvese la participación de personas de menor nivel académico a las asambleas regionales, donde pueden ventilar los asuntos propios de sus postergadas comunidades, pero no sigamos dando el vergonzozo espectáculo de mostrarnos como un pueblo de ignorantes.
