No contenta con los videos que demuestran como estuvo asuzando a los indígenas del Cenepa para "luchar hasta la muerte", y haber evacuado en su carro al miserable de Pizango a su salida de la PCM (momento en el cual pasó a la clandestinidad), la congresista Janet Cajahuanca se dedicó a lanzar barro con ventilador en contra del Premier Yehude Simon y la Ministra Cabanillas.
Primero adujo que el gobierno tenía sus manos manchadas de sangre, a propósito del contrito discurso de Simon Munaro, en el que dijo sentirse culpable de la muerte de los policías, por haber instado a sus jefes para que los efectivos emplearan proyectiles de goma durante las acciones de desalojo de las hordas aborígenes. El Premier no le quiso responder aduciendo que no contesta torpezas ni tonterías.
Luego vino su ataque contra la Cabanillas, a quien le espetó qué hacía una profesora como Ministra del Interior. La "Meche", que no es ninguna cojuda, le respondió qué hacía una vendedora de balones de gas de congresista, y le recordó cómo había "zampado" a su conviviente como asesor del congreso.
Janet Cajahuanca es otra de las perlitas del nacionalismo, al igual que la bestia de la Supa, la cocalera Nancy Obregón, el judío Mekler y el libanés Abugattás, todos en un mismo saco, de cuyo interior se desprende un hedor repugnante, que debe ser extirpado de nuestra sociedad a cualquier precio.
